Suena el despertador y una sonrisa no es precisamente lo que aparece en tu cara. Otro día más que tienes que batallar con tu jefe, tus obligaciones, tu familia... ¿Realmente es posible levantarse de buen humor? ¿O es algo reservado para aquellos que tienen esa suerte? La respuesta es clara: todos podemos amanecer felices y mantener esta actitud a lo largo del día, pues sólo depende del enfoque que demos a nuestra vida.
Este libro es una invitación para pensar en esa dirección. La de potenciar actitudes positivas y afrontar cualquier adversidad sin sobredimensionarla innecesariamente. Se trata de una obra que nos impulsará a apreciar nuestra realidad y a huir de las quejas y excusas tras las que muchas veces nos escondemos. Para ello, necesitamos corregir aquello en lo que fallamos, lo que, a su vez, exige trabajar en tres campos distintos: el reconocimiento, la voluntad y la acción. Las herramientas para conseguirlo, sencillas y tremendamente efectivas, las descubriremos a lo largo de estas páginas.
El día de reyes siempre es mágico, porque saben incluso mejor que tú misma lo que necesitas, y no voy a negar que a mí me hace muchísima falta aprender a levantarme de buen humor, por eso me encantó que uno de mis regalos fuera este libro.
Sebas Lorente, el autor, se quedó en silla de ruedas a causa de un accidente de coche siendo aún demasiado joven, pero eso no ha mermado su capacidad de levantarse de buen humor, y en este libro te cuenta el método que utiliza para trabajar en su desarrollo personal basado en el reconocimiento, la voluntad y la acción.
Es un libro correctamente escrito y dinámico con ocho capítulos independientes entre ellos en los que se nos anima a mirar siempre hacia el lado positivo, a creer en nosotros mismos, a realizar buenas obras para sentirnos bien, a aprender lo que queremos en nuestra vida y lo que no, a recapacitar con humildad sobre nuestra persona, y sobre todo a dar el paso de comenzar a esforzarnos por mejorar con actos sin dejarlo para otro momento que no llegará nunca.
Cierto, dado que para sentirnos cómodos con el mundo primero tenemos que encontrarnos a gusto con nosotros mismos, esos serían los pasos para convertirnos en nuestra mejor versión, y no está de más intentarlo empezando por corregir nuestros pequeños defectos, pero yo pienso que es más complicado que esto. Nunca he conseguido entender que la vida pueda consistir en este tipo de forzado y gratuito optimismo incluso para alguien que no volverá a caminar, no me llego a creer que los problemas se puedan dar por solucionados simplemente fingiendo ser un nuevo Albert Espinosa (cuya filosofía no tiene nada que ver con la de este libro, pues la del creador de Pulseras Rojas es mucho más realista e incluye consejos que sí nos ayudarán a afrontar la vida de otra manera), autoengañándonos y propagando que somos muy felices y que estamos inmensamente agradecidos por lo que tenemos cuando en realidad sabemos que anhelamos algo bastante diferente. Llamadme pesimista pero, lo siento, pienso así.
Sin embargo, dado que no parece que exista otra manera de sonreírle a la vida, a modo de autoreflexión esta lectura resulta útil y nos alienta a aceptar sin dejar que nos perturben en exceso los golpes de la vida contra los que no podemos hacer nada. Por tanto, si estás en un momento de bajón, una pizca del optimismo de este autor no te vendrá mal.
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