Marfil tiene 20 años y vive en Nueva York, pero no todo es tan idílico como parece: hace unos días fue secuestrada mientras paseaba por Central Park. Su padre tiene muy claro que la razón del secuestro ha sido para mandarle un mensaje: podemos llegar a ella.
A pesar de ser liberada, todo ha cambiado para Marfil: su vida no es la misma, y ella tampoco. Sobre todo porque ahora nunca está sola: siempre la acompaña Sebastian Moore, su guardaespaldas.
Sebastian demostrará ser el encargado perfecto para protegerla, sobre todo cuando comienzan a llegar las amenazas de muerte, aunque nunca hubiese pensado que la tarea más complicada no sería esa, sino mantener a Marfil Cortés alejada de él.
¿Está Marfil preparada para descubrir la verdad de su pasado? ¿Lo pondrá todo en riesgo la atracción que ha surgido entre ambos?
Una de las cosas buenas de este estado de alarma es que las bibliotecas han permanecido cerradas y por tanto este libro seguía rondando por mi casa. Finalmente me decidí a aparcar por un tiempo el que estaba leyendo para poder vivir fugazmente esta novela antes de tener que devolverla.
Marfil es hija de un multimillonario empresario y, tras un secuestro del que la liberan sin dañarla, parece que la única intención era enviar una advertencia a su padre a causa de algún posible negocio que no salió del todo bien. Desde ese momento, Marfil llevará siempre pegado a sus talones a Sebastian, su atractivo guardaespaldas.
Nuestra protagonista, dicho con toda la suavidad posible, es una caprichosa acostumbrada a que todo el mundo le diga lo que quiere oír, orgullosa hasta el punto de llegar a enfadarse y llevar la contraria a Sebastian solo porque no la corresponde como a ella le gustaría, sin olvidar la arrogancia que demuestra al pensar que, al menos físicamente, es incluso demasiado perfecta. Además, existen ciertas contradicciones en cuanto a su personalidad. En el caso de Sebastian, huelga decir que no tiene un solo defecto, pero es tan hermético que llega a desesperar al lector, es demasiado protector con Marfil y ella no consigue que le cuente una verdad que todos saben ya desde el principio, lo cual da la sensación de que la tratan como a una niña estúpida.
El estilo de Mercedes Ron resulta ligero, fácil, escrito en primera persona y con multitud de tópicos románticos como corresponde al género “new adult” tan de moda últimamente. Sobre todo al principio, en ocasiones el ritmo de la novela puede resultar lento debido a un exceso de acontecimientos que no son trascendentes para la continuidad de la trama, o puede que el problema sea la manía tan común entre los escritores de empeñarse en alargar el número de páginas del libro sin necesidad. Independientemente de esto, el lector sí encuentra numerosos momentos de tensión y suspense, aunque quizá sean demasiados y, sobre todo, demasiado iguales entre ellos. En este punto debo destacar lo bien reflejadas que quedan las emociones de los personajes sobre el papel, consiguiendo que el lector comprenda perfectamente lo que siente y se meta así más de lleno en la historia.
En cuanto a la pluma de la autora, me han llamado la atención ciertos errores a la hora de escribir, como la repetición de palabras en un mismo párrafo, pero me ha encantado la forma en que Mercedes termina cada capítulo consiguiendo que quieras continuar leyendo hasta averiguar lo que hay detrás de tantos secretos y te mantiene totalmente enganchada hasta el final del libro.
Me habría gustado saber antes de comenzar a leer que esta historia no tiene final, la trama queda totalmente abierta, lo cual te obliga a leerte el segundo libro. Sin embargo, en mi caso, he terminado la lectura bastante rápido porque te envuelve hasta tal punto que, realmente, cada vez que cojas el libro te encontrarás devorando bastantes páginas más de las que leerías normalmente.
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